Estoy más contento que unas pascuas: a día de ayer, mi estimadísimo Cornelius me obsequió un artefacto maravilloso que sirve para escuchar las frecuencias de radio, lo cual me permitirá voyeurizar a placer y desde la secretitud de mi laboratorio, varias cosas de interés humano. Por lo pronto, he estado mucho rato escuchando las maniobras que son menester para aparcar un ferrocarril: son complicadísimas. Sigo investigando con gran delectación y entusiasmo.