
Aquí se puede ver a Richeutz mirando un horizonte marino, que a mi juicio son los más razonables y plausibles. Además de trabajar conmigo, filosofa, toca el violín y sabe hebreo. Es una de mis tertulianas favoritas, por su modestia y discreción de espíritu. Ese aire prerrafaelita y de insondable remotitud, es uno de sus encantos.
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